La gracia que le pido a Jesús en este día es la Correspondencia amorosa. No digo y dolorosa, ¿para qué? Bien sabemos los que aprendimos a amar que donde hay amor hay también dolor. Y más crece el amor, más dolor trae consigo. Los enamorados, los apasionados, los de las «locuras santas de la Cruz» saben –ellos solos saben– lo que es amar. Saben que amar es darse. Dios nos ama porque es Dios. Ser Dios es a la vez crear, amar y darse. Y se da bajo tantas formas y de tantas maneras… ¡Piénselo! El Amor supremo, Divino, consiste en darse, en COMUNICARSE.