Por medio de la formación se va asimilando nuestro estilo de vida y misión, desde:

    • Una intensa vida en común.
    • Una fuerte vivencia de nuestra espiritualidad como consagrados.
    • La realización de diversos campos de misión: construcción del pueblo sacerdotal, generación de procesos de santidad e impulso de la solidaridad.
  • Una formación crítica a través de estudios profesionales.

La identidad del Misionero del Espíritu Santo se va logrando por un proceso gradual de trabajo en la autenticidad de la persona, en la personalización de nuestros valores e ideales a la luz del Evangelio y nuestra Espiritualidad, y una apropiación creciente de la realidad a varios niveles especialmente desde las personas más vulnerables.

La formación se divide en básica y permanente.

LA FORMACIÓN BÁSICA está compuesta por cinco etapas:

    • Postulantado 1 año
    • Noviciado 2 años
    • Filosofado 3 años
    • EFOSA (etapa de formación en servicio apostólico) 2 años
  • Teología 4 años

Como criterio de la Provincia de México, todos los Misioneros del Espíritu Santo, una vez terminados los estudios de Teología, realizan una especialización o posgrado.

LA FORMACIÓN PERMANENTE es la que tiene todo Misionero del Espíritu Santo de manera periódica a lo largo de toda su vida para mantenerse actualizado y renovado en su ser y quehacer.